24. La huella de la cruz es señal de esperanza (Capitulo 39 Puntos cardinales del apostolado legionario)
El principal peligro de desaliento no está en la oposición -por fuerte que sea- de las fuerzas contra las cuales lucha la Legión. El peligro está en la angustia que se apoderará de todo legionario, al ver que fracasan aquellos mismos auxilios y circunstancias en que creía poder confiar: le fallan los amigos, le fallan las personas buenas, le fallan sus mismos instrumentos de trabajo; "y todo nuestro sostén ha traicionado nuestra paz". ¡oh, si no fuera por esta hoz embotada que tengo, si no fuera por esas deserciones entre los mismos amigos, si no fuera por esta cruz que me agobia!... Ah, qué espléndida mies podría cosechar!
No hay duda de que precisamente aquí, en este impacientarse al ver cómo, sin culpa propia, se va estrechando más y más el campo para hacer el bien, aquí es donde se oculta el grandísimo peligro de desanimarse, peligro mayor que todas las embestidas enemigas.
Recordemos siempre que la obra del Señor llevará el signo distintivo del mismo Jesucristo: la cruz. Toda obra que no lleve la huella de la cruz difícilmente podrá acreditarse de obra sobrenatural, y nunca será verdaderamente fructífera. Janet Erskine Stuart expresa esto mismo de otra manera: "Si examináis la historia sagrada, la historia de la Iglesia y vuestra propia experiencia -que va consolidándose con los años-, veréis que nunca se realiza la obra de Dios en condiciones fáciles, nunca de la manera que hubiéramos imaginado o preferido nosotros". Lo cual quiere decir -¡cosa extraña!- que aquellas mismas circunstancias que, según nuestro limitado entender humano, parecen impedir que las condiciones de obrar sean las mejores -y que consideramos fatales para el porvenir de la obra-, no solamente dejan de ser obstáculo para que triunfe dicha obra, sino que son elemento esencial para su triunfo; no son señal de flaqueza, sino marca de garantía; ni un freno, sino un estímulo que alimenta el esfuerzo y le ayuda a conseguir su objetivo. Siempre ha sido del divino agrado hacer alarde de su poder sacando resultados felices de las condiciones más adversas, y sirviéndose de los más débiles instrumentos para ejecutar sus mayores designios.
Así y todo, los legionarios tendrán muy en cuenta esta importante consideración: para que sus dificultades sean beneficiosas, no habrán de proceder de negligencia suya. No tiene la Legión derecho a esperar que sus propias culpas de obra u omisión sean fuentes de gracias.
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