lunes, 19 de septiembre de 2016

No temas aceptar a María

 

No temas aceptar a María

Por FRANK DUFF
 
Francis Michael Duff
María está fundamentalmente en la Legión. La Santa Sede en la "Carta Laudatoria" que nos dirigió el 6 de enero de 1965, enfoca este hecho con luz tan meridiana que todos pueden ser testigos del mismo.
Dice así: "El espíritu de la Legión, aunque deriva del fructífero fortalecimiento de la vida interior de sus miembros, de su disciplina, de su dedicación a la salvación del prójimo, de su inquebrantable lealtad a la Iglesia, tiene sin embargo su característica principal, en su entrañable confianza en la acción de la Santísima Virgen".

Vemos que fuera de este extraño recital de cualidades individuales, el Santo Padre distingue una, en particular, y la exhibe a los ojos de todos bajo este rayo de luz.

Dentro de la doctrina de la Iglesia Católica, María no ocupa ciertamente el mismo nivel de dignidad que el que se refiere a Dios, a la Eucaristía, etc.; pero ha sido creada como absolutamente necesaria en el plan divino. Así que no podemos dejar de hablar de este asunto. Por consiguiente no podemos permitimos el lujo de tener a cualquiera traficando sobre este problema. María es fundamental. Nadie está obligado a entrar en la Legión. Si entra, lo hace aceptando los reglamentos de admisión y ciertamente esto es razonable. Es el derecho elemental de cada asociación de prescribir sus términos de admisión. La idea de la función predominante de María está reforzada en la Promesa legionaria. Las personas que no quieren hacer esta Promesa no deben ser aceptadas de ningún modo. No importan las demás cualidades que puedan tener, no importa su competencia para otras actividades. La Legión no los puede recibir porque no poseen la requerida afinidad de esta agrupación. Pueden tener otras muchas aptitudes, pero la Legión los considerará ineptos. Por lo tanto, -repito ninguno de los que no pronuncien la Promesa deben ser admitidos en las filas de la Legión. Y si la pronuncian y posteriormente cambian de idea, están comprometidos a abandonar la Legión.

Al considerar así a María, la Legión no está inventando nada especial para su propio uso. María es igualmente fundamental en la Iglesia. Estamos atravesando momentos en que algunos están empeñados en minimizarla. Pero debe señalarse y es obvio indicarlo, que toda disminución va contra "el capítulo VIII de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia. Este capítulo pone muy en alto todo lo que se refiere a Nuestra Señora. Debe tenerse en cuenta que la Constitución sobre la Iglesia, es más que un simple Decreto del Concilio. Es el primer esfuerzo de la Iglesia Católica de hablar de sí misma. Así que puede sostenerse que ocupa una posición eminente en relación a los demás decretos que tienen relación con sectores de la vida de la Iglesia. El capítulo VIII es el último Decreto de la Constitución sobre la Iglesia y puede ser considerado como su verdadera culminación. Describe la historia y el puesto de María con detalles tan brillantes que los lectores, y no simplemente algunos de ellos casuales, los encuentran semejantes a los del Manual de la Legión. El Decreto es realmente enfático, cuando nos lleva a formular tal comparación.

No se podría decir en qué forma el Decreto podría abarcar más. Describe la predestinación de María junto con la de Jesús, cuya vida comparte de modo inseparable. El Redentor viene al mundo solamente por su consentimiento y Ella es su ayuda y cooperadora en todo lo que lleva a la salvación, inclusive los momentos inclusive los momentos decisivos en el Calvario.

Desempeñando su función vital en el mundo y en el logro de la salvación, María toma una parte equivalente en la administración de todo cuanto fluye de la Redención. Si se la llama Abogada y Mediadora, es porque es la Madre de las almas en el orden espiritual y así se hace necesaria para sus vidas y su desarrollo. No solamente es Madre de las que están dentro de la Iglesia, sino también de los que están fuera de ella, de los que no la conocen y hasta de las que la odian y persiguen. Es la Madre de la Iglesia, de la Unidad, la Madre del Apostolado, puesto que el Decreto insiste en que todo apostolado no es más que la extensión o la continuación del cuidado de su Hijo Jesús. Los que abrazan el apostolado, deben considerarla así y ponerse bajo su amparo.

Así dice el Decreto. Podría seguir adelante con esta extraordinaria letanía de alabanzas en honor de María. Por primera vez en la historia, el papel de María en la Gracia ha sido así enseñado por un Concilio General. Las más expresivas declaraciones de los Papas han sido expresadas juntas, colocadas en la fórmula suprema de un Decreto y hechas obligatorias en la Iglesia. Me aventuraría a llamar a este capítulo VIII como la "Constitución de María". Y con estas circunstancias: ¿Qué podríamos pensar de los que dicen que el Concilio ha degradado a María? No serían, desde luego declaraciones saludables, pues denotan una actitud contradictoria y reticente hacia un Decreto del gran Concilio, esta clase de personas se mostraron desobedientes y despreciadoras del Magisterio ordinario o del poder de enseñar de la Iglesia. Ciertamente, existe diferencia entre un Decreto del Concilio y una declaración ex-Cátedra y en las enseñanzas ordinarias de los Papas. Esto es verdad. Podemos admitir la teórica posibilidad de un error, desligándose en un pronunciamiento ordinario del Papa. De otro modo no habría distancia alguna entre la enseñanza infalible y la enseñanza ordinaria de la Iglesia. Pero, recuerden esto: los Papas están hablando fuera del trasfondo de la Iglesia, fuera del trasfondo que retrocede hasta el origen de la Cristiandad. Están hablando de acuerdo a su continua y tradicional enseñanza. Por consiguiente es inconcebible que ningún Papa pueda pisar fuera de la línea aprobada de la Tradición para aventurarse por caminos dudosos e inseguros. Por eso, la gente que condesciende con observaciones irrespetuosas o despreciativas hacia el Magisterio, está también lista para aceptar dudas, igualmente de su catolicismo.

Hay otro aspecto interesante e importante de esta materia. Es el punto propuesto durante el Concilio por un eminente mariólogo, el Padre Charles Balio, O.F.M. Él aceptó libremente que hay diferencia entre una declaración infalible y la enseñanza corriente del Papa. Pero entonces propuso esta consideración: si Papa tras Papa, hablando de este trasfondo de tradición y tratándose de una cuestión doctrinal importante, ha enseñado constantemente la misma cosa; ¿cómo es posible que esta enseñanza esté equivocada? El P. Balio, declara enfáticamente que esto no puede ser; que semejante error enseñado insistentemente hubiera comprometido fatalmente la autoridad docente de la Iglesia.

La lógica de este argumento no dejará de llamarnos la atención si pensamos en ello, relacionándolo con la doctrina relativa a nuestra Señora. Esta doctrina es de primerísima importancia en la Iglesia; Todos los Papas han enseñado las mismas cosas acerca de su papel en la gracia, porque Ella es Madre y "Mediadora". Por consiguiente, aún sin las declaraciones del Gran Concilio, esto hubiera sido aún más que suficiente para que todos los católicos de sano criterio entiendan cuál es el papel que Ella desempeña. Y el mismo Concilio viene ahora a reafirmar lo que el Magisterio ha estado enseñando. Si hubiera habido hasta aquí alguna duda fundada, ésta debe quedar ya zanjada.

En un frenético esfuerzo por cambiar el sentido del Decreto, algunas personas han sugerido que el empleo de la palabra "Mediadora" en lugar de "Mediadora de todas las gracias", implica una subestimación. Pero debemos admitir que también a nuestro Señor se le llama "Mediador" y no "Mediador de todas las gracias". ¿Por ventura, implica esto subestimación? No. Tenemos, pues, que aceptar que el argumento es concluyente. Comentaré más ampliamente el uso de estas palabras. Las dos variantes significan precisamente la misma cosa. Pero en una proposición teórica se podría argüir que la palabra "Mediadora" es preferible a la "Mediadora de todas las gracias"; porque, "María, mediadora" es un término paralelo al de "Jesús Mediador". Además podría uno imaginarse que "mediadora de todas las gracias" podría solo referirse a los tiempos después del Calvario, o sea a la administración de las gracias ganadas en el Calvario. Pero esto sería una suposición incorrecta, porque la Mediación de María empezó según lo declara el Concilio, antes que todos los tiempos en la mente de la Santísima Trinidad y continuó siempre desde entonces. Actualmente sigue en vigencia. Si llamamos a María "Mediadora", ya no existe ambigüedad de cuándo Ella empezó a desempeñar este oficio. Ella es Mediadora cuando Jesús es Mediador. Ella es infinitamente menos que Él, pero ha sido hecha necesaria y unida a Él en cada fase de su gran Mediación.

Por lo tanto, pretender que el término "Mediadora" es una expresión de menor envergadura y menos importante que "Mediadora de todas las gracias", denotaría o estupidez o algo peor.

He venido hablando de la legislación del Concilio como respaldo de la conducta de la Legión. Ahora trataré del extraño hecho de que la Legión siempre tuvo esa previsión. No es el caso de que haya venido creciendo con los años, aunque, por supuesto, hubo un gran aprecio de las cosas, a medida que los tiempos transcurrían y que las gentes iban aprendiendo. Entonces, ¿de dónde logró la Legión su doctrina mariana? Se dice que fue indudablemente Grignion de Montfort, el Tutor de la Legión en este particular. Tanto es así que debe ser colocado entre los Patronos de la Legión, a pesar de no formar un conjunto muy homogéneo con los otros patronos. Queda fuera de clase y fuera de categoría al mismo tiempo. Todos ellos tienen que ver con la misión terrena de nuestro Señor, en tanto que De Montfort es un Santo moderno. Sin embargo, el hecho es que la desempeñado un papel primordial en el origen de la Legión. Fue su Tratado sobre María el que dio forma a la Legión. Se lo considera básico en la Legión y no puede ser ignorado, sino más bien respetado y comprendido. Pero me temo que lo consideremos como algo ya en desuso entre nosotros. Quizás se nos haya ido pegando algo de esa fiebre mundana que hace de él y de sus principios. Estoy inclinado a pensar cuán serio pudiera ser esto para la Legión.
¿Podría ser acaso esto un síntoma de desintegración de la Legión? Aunque nos parezca exagerado decir esto, demos sin embargo un vistazo hacia atrás, a las primeras páginas de nuestra historia y veamos lo que nos dicen al respecto.

Nos dicen que San Luis María de Montfort anunció a María a la Legión. Uno se pregunta, ¿qué hubiera sido de la Legión sin Él? Me he hecho a menudo esta reflexión. Ciertamente los primeros pasos de la Legión fueron guiados providencial mente hasta que De Montfort encontró el terreno y la atmósfera adecuados para que la Legión fortaleciera su propia vida. Es esta una sugerencia de tal importancia para la Legión que no puede pasar inadvertida y sin explicación. De aquí los detalles que se siguen a continuación. Los encuentros de los cuales se desprendió la legión existieron durante tres años antes que surgiera la Legión. ¿Por qué no emergió antes, si todos los demás elementos estaban presentes, exactamente los mismos que cuando emergió? Evidentemente algo especial intervino y estaba inconscientemente esperando. ¿Qué era?

Tres domingos, o para ser más exactos, 17 días antes de nacer la Legión, se presentó esta
Reina de los corazones
ocasión. Había una reunión convocada con el propósito de considerar la Verdadera Devoción, que desde tiempo atrás venía siendo objeto de discusión y curiosidad. La totalidad de los asistentes se habían cansado en el análisis de la Verdadera Devoción. Al final, los allí presentes estaban razonablemente enterados de la enseñanza de Grignion de Montfort sobre el tema del "Papel de María en la Gracia". Estaban convencidos de que Ella es nuestra Madre en el orden de la Gracia, no menos y en realidad mucho más que las madres de la tierra con relación a sus tiernos hijos. Ellos veían que debemos vivir la vida cristiana, incluso el Apostolado unión con María.

Este conocimiento y esta convicción parecían ser los elementos que faltaban antes, pero que se consideraba el elemento divino para engendrar la Legión de María. Rápidamente algo sucedió. Fue un desarrollo repentino como producido por un conmutador eléctrico. Durante estos 17 días, período impuesto por las circunstancias y que no pudo ser más corto, la Legión se vio involucrada en acontecimientos que parecían no tener conexión alguna con aquella reunión. Pero sabemos que sí estaban realmente ligados de manera invisible y esencial. Podemos inclinamos a creer que Dios había estado esperando el momento en que los futuros legionarios se llenaran de cierta idea de María y que ésta era una condición necesaria para el nacimiento de la organización.
Dios y Nuestra Señora querían que la Legión comenzara como una verdadera Legión de María, algo así como un Cuerpo místico de nuestra Señora; y esto en verdad fue lo que sucedió. Cualquiera hubiera esperado algún detalle especial en esta primera asamblea, en relación con María. Pues sin una sugerencia formal se habían reunido bajo sus auspicios. Más aún, otras características surgieron enseguida. Por ejemplo, se insistió en que su actitud hacia el pueblo debería basarse en la doctrina del Cuerpo místico. Igualmente los detalles de procedimiento respecto a las reuniones y el trabajo se también hacia esa misma doctrina. Ahora bien, ¿por qué no se dio un grado similar de atención a una cuestión tan vital como es el lugar de María? La respuesta a esto es que aquellos primeros legionarios estuvieron presentes en esa reunión especial, por así decirlo, llevados por la discusión de la Verdadera Devoción; aunque dos semanas antes esta discusión estuvo en sus mentes como un asunto aceptado y establecido y que el resto de la reunión descansó en él como la base de la fundación.
No hubo debate respecto de su actitud hacia María y de su puesto en el apostolado. Aceptaron lo que De Montfort les había dicho sobre este tema. Reconocían y declaraban que ellos sólo habían agregado esta maternal función, que había sido privativa y suya desde la Encarnación. Esta idea, como se puede observar, es la misma que proclama hoy el Concilio! Tal era el ambiente en la primera reunión de legionarios. Ellos lo respiraron y lo vivieron. No hubo disputas ni diferencias doctrinarias. Su posición había sido determinada 17 días antes.

Aparentemente, cuando Dios vio las cosas, fue la doctrina de San Luis De Montfort la que dio el molde correcto para la Legión de María. Este último aserto supone tales consecuencias en las que debemos hacer mayor hincapié. ¿Es cierto? ¿Es exagerado? Ciertamente el aserto se deriva de lo que Dios hizo en realidad, y no es hipótesis. Es un asunto histórico. La Legión no se inició hasta que no apareciera este elemento que faltaba. Una vez logrado, la fórmula quedó completa y nació la Legión.
Juzgar que esta aparente y providencial línea de acción en la que simultáneamente concurren circunstancias maravillosas, fue simplemente feliz casualidad, sería sin duda violentar hasta límites imposibles la idea de coincidencia. Suponiendo que este elemento no hubiera concurrido, ¿cuánto tiempo habría esperado Dios para dar inicio a la Legión? Parece ser, pues, que San Luis María De Montfort y su enseñanza sobre la Santísima Virgen son indispensables en la Legión.

Existe otra circunstancia muy significativa y es que en su inmortal Tratado escrito antes de 1716 (la fecha de su muerte), la Legión parece haber sido expresamente profetizada.

He dicho que los primeros legionarios llegaron a la primera asamblea con una mentalidad estereotipada respecto de María. Por lo tanto es asombroso que hayan encontrado delante de ellos el Altar de la Legión (menos el vexillum), como un nuevo centro de atracción para cada encuentro. No era esto precisamente un accesorio calculado. Fue idea personal del primero en llegar. Esto refleja el puesto que María ocupaba en sus mentes y en el esquema que estaban a punto de empezar.

Por todas estas circunstancias, no es justo razonar que si pretendemos dar a las cosas una salida distinta, nos estamos desviando de la verdadera idea de Dios sobre la Legión. ¿Y adonde nos llevaría esto? No podremos nunca acentuar bastante la importancia de esta consideración. Esta sana perspectiva sobre María es nuestro hontanar. Las aguas de vida de El hacia la Legión brotan e incendian el mundo entero. Sin embargo, esto no significa que la plenitud de la Devoción de la Esclavitud de Montfort, aunque fuertemente recomendada por la Legión, debe ser practicada. Muchos tienen prejuicios a este respecto y debe tenérseles en cuenta. La aceptación de su representación, de su función y de su actitud hacia María serían suficientes. Nótese que esta actitud desemboca en la de unión, en la entrega total, en la dependencia completa. Esta es y esta debe ser la disposición del legionario. La Promesa de la Legión la señala como una obligación.

Por tanto, cuidado con cualquier menosprecio, respecto de nuestra Señora. El menor indicio en este campo puede señalar un espíritu extraviado que será siempre el polo opuesto a la mentalidad de la Legión. En verdad, apostaría que si sé tolerase la menor tendencia equivocada se iniciaría un proceso de divergencia que terminaría con una aposición abierta a la Legión, y no solamente a la doctrina sino al sistema. Esta insinuación es tan drástica que trataré de ampliarla para ustedes.

Creo que después de cierto tiempo, no muy largo, esta divergencia llevaría a la Legión de su esfera actual de devoción y actividad, a otra categoría bien definida de acción, cuyas características pueden ser resumidas en los siguientes acápites;

(1) María reducida a nada. Una autoridad incuestionable ha dicho de este sector que ha llevado el pensamiento de María no sólo fuera del sistema apostólico sino fuera de la vida privada de sus miembros.
(2) No dar a la oración su verdadera importancia y poner excesivo énfasis en la acción.
(3) Diferir el acercamiento a las almas para concentrarse más en una formación preparatoria basada en las lecturas.
(4) Absorción por lo social y lo económico, acoplando a una inserción fatal a lo político.

Comprenderán que lo que he presentado en estos cuatro acápites está totalmente reñido con el fin de la Legión. Es de verdad una disputa drástica decir que el uno pudiera transformarse en el otro, pero ésa es la demanda que yo hago. Iría más allá y diría que si se rompieran nuestras amarras, habría una transformación, que se lograría comparativamente más rápido. No subestimo este otro apostolado: tiene su puesto y su mérito. Pero, repito, es algo opuesto a la Legión de María.

Lo que creo muy sinceramente es que el origen de esta divergencia está en la minimización de la Santísima Virgen. Igualmente creo que esto llevará a acentuar lo temporal en nuestra vida, para terminar eventualmente en el llamado humanismo más que en un catolicismo puro.

El programa de la Legión es algo muy distinto. Aboga por un acercamiento pastoral, por el contacto simple y directo con las almas para llevar hacia ellas a Jesús y María.
El Decreto sobre el Apostolado de los Laicos adquiere una categoría que abarca esto, lo que incidentalmente supone un reconocimiento de que la Legión ha sido el agente que ha incorporado al elemento laico en este tipo vital de acción.

Si me preguntan, cuál es el germen que ha producido la Legión, no titubearé en decirlo con una sola palabra: María.

Otros detalles que debemos asociar con los primeros tiempos de la Legión son: el Escapulario del Carmen, algo considerado por muchos, hoy, como demasiado anticuado para preocupamos de él. La Medalla Milagrosa, puesta en ridículo. La Entronización del Sagrado Corazón, considerada como una niñería.

Una vez más, les suplico. No permitan ningún intento de desmembración en la Legión. Los sacramentales marianos son de señalada importancia en estos días en que ataques deliberados son dirigidos contra estas posiciones.

Un carácter muy típico de esta minimización de María está a la vista de muchas iglesias modernas. La tendencia, que parece premeditada es la de eliminarla de la Iglesia o cuando más, la de colocar su imagen en el muro trasero de modo que los fieles no la tengan a la vista. Entonces, a menos que al salir se le dirija alguna oración, lo más frecuente es que su imagen tenga formas tan repelentes que aparezca mas bien como un poco atrayente ídolo indio.

Tales inconcebibles representaciones disipan todo pensamiento de oración. Seguramente que este modo de alejar a los hombres de la devoción a la Gran Madre de Dios, queda comprendido en ese gran pecado de que se habla en el libro de los Reyes (2, 17).

Cuidado con desviar la Legión. Con el tiempo las menores distorsiones acabarán en la destrucción. Esto que se aplica universalmente tiene una aplicación especial en la Legión que se apoya en una ideología bien típica.
He insistido en que Dios y María presidieron de manera especial el origen de la Legión. Creo que este es el verdadero germen espiritual señalado para una gran misión. La expansión de este germen se ha propalado tanto que después de 50 años lo encontramos precisamente respaldado por el Concilio y la Santa Sede. Es un verdadero milagro que esto haya sucedido así, puesto que a lo largo de su existencia ha sido criticada como algo exagerado e impropio. Y aún no ha disminuido la crítica. Ahora más que en cualquier otra época de su existencia, la Doctrina y el sistema de la Legión han sido atacados, y por extraña anomalía, justo en los tiempos en que la Legión ha sido tan enfáticamente respaldada por los cuarteles generales.

Fuente: http://www.legiondemaria.org/

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